
La madre Abadesa, Ginelda Yarlequé, resume la vida monástica, cuyo fin es adorar al Supremo Pastor:
“Por nuestra consagración, participamos en la vida de la Iglesia y nos entregamos totalmente a su misión. La vida contemplativa se sitúa en el mismo corazón de la iglesia, Cuerpo de Cristo cuyo fin es la Oración de la Redención humana y la perfecta glorificación de Dios”, señala.
En la Eucaristía de fiesta imploraremos al Señor, que no falte el pan material en la mesa de cada hogar ni falte tampoco el Pan de la Eucaristía en el corazón de todo hombre y mujer de esta ciudad. La cordial invitación de las madres Clarisas está hecha para todos los fieles que proclaman su fe en Cristo, nuestro Señor. Estamos todos convocados a celebrar la festividad de Santa Clara.